En la PTP también hemos querido celebrar el cumpleaños del ferrocarril
En las carreras interurbanas, el vehículo privado captura unos buenos tiempos de viaje, pero queda en muy mala posición en cuanto a coste económico y ambiental
Las poblaciones pertenecientes a la R1 tienen un tiempo altamente competitivo respecto al vehículo privado, ¡el tren gana!
La PTP siempre intentamos amar todo el transporte público por igual, pero este año no podíamos sino homenajear a uno de los transportes más importantes de nuestra historia. Para la carrera metropolitana hemos querido dar protagonismo al ferrocarril, coincidiendo también con el 175 aniversario de la llegada del ferrocarril Barcelona – Mataró.
Por eso el final de la carrera metropolitana de este año no ha sido Barcelona ciudad, sino Mataró, donde hemos recibido participantes desde Sant Just Desvern, Sant Feliu de Llobregat, Molins de Rei, La Garriga, Badalona, Barcelona, Vilassar de Mar, Canet de Mar y el propio Mataró.
El medio más rápido queda reñido entre el vehículo privado y el tren. Mientras los municipios pertenecientes a la R1 disfrutan de un servicio competitivo con el coche, aquellos municipios que sólo disponen de autobús o que deben realizar transbordos entre diferentes modos, han visto afectado su tiempo de viaje. Sin embargo, la carrera de transportes de la PTP no analiza sólo quién es el más rápido a su llegada, sino también quién nos supone un menor coste o un menor impacto ambiental.
Cuando se habla de costes, a menudo sólo se piensa en el importe directo invertido en el viaje, como la gasolina o el billete del transporte público. Sin embargo, a la hora de calcular los costes reales, es necesario tener en cuenta otros factores. El ejemplo más claro es el del coche o la moto: deben considerarse los costes de adquisición, mantenimiento, reparaciones, impuestos y seguros, además del consumo de combustible y gastos variables como el aparcamiento.
Teniendo esto en cuenta, podemos llegar a comprobar que un coche puede tener un coste aproximado de 4.000 € cada año. Si lo comparamos con el coste del transporte público, el coche pierde estrepitosamente.
El transport privat emet grans quantitats de contaminants, i aquest impacte és més notable quan es té en compte la seva capacitat limitada, ja que poden transportar només un petit nombre de persones (màxim 5 a 7, amb una ocupació mitjana d’1,18 persones). D’altra banda, el transport públic com ara autobusos, tramvies i metro tenen una capacitat molt més gran, que oscil·la entre 70 i 350 persones (amb una mitjana de 20% d’ocupació), la qual cosa permet repartir les emissions entre més passatgers i reduir la despesa energètica i les emissions per persona.
Si anem a mínims, els vehicles més sostenibles són aquells que no necessiten motor, com les bicicletes o monopatins, però no sempre ens permeten salvar grans distància. Per això tenim el ferrocarril, el qual és un transport d’emissions zero (sense incloure fabricació, manteniment i desballestament) ja que es tracta d’un mitjà de transport electrificat.
Per tant, és fàcil veure que el transport privat té un impacte ambiental major a causa de les emissions contaminants, i el transport públic és més sostenible gràcies a la seva major capacitat per transportar més persones i distribuir les emissions entre elles.